LA CURA PSICOANALÍTICA EN TIEMPOS DE EFICACIA Y RAPIDEZ Por Psi. Mauro Cruz Martínez.
La pregunta insiste, tal vez porque se esté en tiempos de tomar una decisión sobre a dónde y con quién acudir. Quizás, también, por el largo camino ya recorrido en la oferta terapéutica, ya sean psi o no, que se refleja en sentimientos de desánimo, descrédito, cansancio. Pero, para algunos, conservando un lugar particular para dar con una forma de tratamiento que responda a sus necesidades: resolver algún problema, quitar una inhibición, disminuir el estrés, ser menos impulsivo, resolver problemas de aprendizaje, ser menos celosos, mejorar la autoestima, poder dormir, lograr una relación de pareja, , un duelo, un evento traumático, entre tantos y tantos más. La lista es tan larga como consultantes de las terapias psi. La oferta terapéutica puede ir desde cambiar la forma de pensar y la conducta hasta aumentar el rendimiento individual, pasando por atender los desórdenes emocionales, dar soluciones a traumas a través de la reconciliación y el reencuentro con el amor, cambiar una situación problemática y por una de bienestar ayudados de una modificación del cómo se perciben las causas, y la lista va en aumento. Seguro que cada profesional psi podrá argüir a favor del campo terapéutico en que este inserto. Seguro que también la teoría que sustenten, en el mejor de los casos, algo podrá explicar de la condición humana y con ello proporcionar un tratamiento para cierto tipo de problemáticas. Cada quien lleva agua a su molino. El psicoanálisis, en los tiempos que corren, también es parte de esos foros de discusión sobre su eficacia, sus objetivos y sus métodos. Me parece que no puede, y no debe, rehuir a la discusión argumentada sobre su práctica. Ha mostrado sus potencialidades, le han señalado sus resistencias y trabaja en el reconocimiento de sus limitaciones. Es decir, es potente en su capacidad explicativa, quizás su mayor logro para muchos. Su organización teoría es de alta complejidad y va en aumento a medida en que se realiza investigación. A tal punto, que algunos de sus elementos son tomados y desarrollados dando origen a mucha de la oferta terapéutica contemporánea. Lo reconozcan o no. Pero como suele ocurrir con las ciencias o disciplinas que llegan a puntos donde la discusión sólo es entendible entre sus miembros, pasa que con el psicoanálisis luego es de alta dificultad traducir sus nociones como pulsión, transferencia, goce, real e incluso la idea misma de sexualidad. Sencillez en la cotidianidad de la plática y su discurso, por cierto honesta, de no ofrecer soluciones o cura, hacen que desde el terreno de la pura información no sea una opción viable para aventurarse en la experiencia psicoanalítica. Más aun cuanto el psicoanálisis no es un terreno de la urgencia, no es una apuesta por soluciones eficaces y rápidas. Lo eficaz y lo rápido más bien son parte de lo sintomático de la sociedad que hemos instituido. Todo rápido, lo que sigue (next, next), ser eficiente, sacarse el mejor provecho, siempre aprovechar las oportunidades, entre otros mandatos. Sin la posibilidad de caer en cuenta sobre lo que se desea profundamente, sobre eso por lo que uno podría apostar para vivir, aquello por lo que uno se arroja a la vida. ¿El psicoanálisis cura? Habría que repensar profundamente la idea de cura y no sólo quedarnos con una versión médica. La experiencia del psicoanálisis, que se suele ser más bien un descubrimiento, es una apuesta por el reconocimiento de uno mismo, en sus conflictos, en la no claridad del deseo, en poder-se responder por lo que uno mismo tiene que ver con sus síntomas y los usos que les damos, por nuestro goces y por aquello que invariablemente nos hace estar en conflicto con los que amamos. |